4 medicinas de uso cotidiano que son más peligrosas de lo que dicen las farmacéuticas

por | Ene 21, 2016 | Ciencia | 0 Comentarios

4 medicinas de uso cotidiano que son más peligrosas de lo que dicen las farmacéuticas

Cuando adquirimos un medicamento para tratar el ardor de estómago, el dolor de cabeza o cualquier molestia que nos incordie, pensamos que aquello que nos ofrece el farmacéutico es 100% seguro. Más aún si el medicamento en cuestión nos lo ha recetado nuestro doctor de cabecera. En 2011, una encuesta elaborada entre 3.000 estadounidenses mostró que el 39% de los americanos cree que su Administración de Alimentos y Medicamentos (la todopoderosa FDA) sólo aprueba fármacos “extremadamente eficaces” y el 25% que sólo permite la circulación de aquellos medicamentos sin efectos secundarios graves.

Pero lo cierto es que ningún fármaco carece de riesgo. Como explica el científico y divulgador británico Ben Goldacre en su revelador ensayo ‘Mala farma’ (Paidós), “los organismos reguladores aprueban muchas veces fármacos que son levemente eficaces, con graves efectos secundarios, por la sola posibilidad de que resulten útiles para alguien, en algún sitio, cuando no existen otras alternativas”. Y, lo que no todo el mundo sabe, es que muchas veces los médicos –por desconocimiento, en su mayoría; por intereses económicos, en algunos casos– recetan fármacos innecesarios o que cuentan con otras opciones más seguras o eficaces.

En opinión del médico danés Peter C. Gøtzsche, autor de ‘Medicamentos que matan y crimen organizado’ (Los libros del lince), el consumo de medicamentos con receta es la tercera causa de muerte tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Esto no quiere decir que tengamos que sospechar de todo aquello que nos recete nuestro médico. La mayoría de los fármacos son útiles, pero muchos son peligrosos si se toman en exceso, nos permiten mantener comportamientos de riesgo como si no pasara nada o son consumidos sin la debida supervisión médica. Y algunas de las medicinas que encajan en esta categoría son tremendamente comunes.

La periodista Martha Rosenberg, autora de ‘Born with a Junk Food Deficiency: How Flaks, Quacks, and Hacks Pimp the Public Health’ (Prometheus Books) ha señalado en ‘Alternet’ lo peligrosos que pueden ser cuatro de los medicamentos más recetados en el mundo si se toman a la ligera. Son estos:

  1. Omeprazol y esomeprazol

Estos protectores estomacales son los medicamentos más conocidos y utilizados de la familia conocida como “inhibidores de la bomba de protones”, unos fármacos que reducen la producción de ácido en el jugo gástrico.

Se trata de fármacos que se recetan a las personas que sufren la enfermedad por reflujo gastroesofágico, una afección que se caracteriza por una acidez crónica, ya que los contenidos estomacales se devuelven desde el estómago hacia el esófago de forma continuada. Pero muchas personas lo toman a la ligera, para evitar o paliar la acidez que planean sufrir tras una comilona o una noche de juerga.

Lo que casi nadie sabe es que estos medicamentos pueden con llevar numerosos peligros. En 2012, la FDA alertó de que las personas que los consumen de forma continuada están más expuestas a una infección por’Clostridium difficile’, una especie bacteriana que es la principal causante de la colitis seudomembranosa –una enfermedad potencialmente letal– y que parece cada vez más resistente a los antibióticos.

Aunque los efectos de estos fármacos siguen siendo discutidos, diversas investigaciones han llegado a la conclusión de que las personas mayores de 50 años que los toman son mucho más propensas a sufrir fracturas de cadera, tienen neumonía con más frecuencia y suelen sufrir déficit de vitamina B-12.

Otras investigaciones sugieren que los inhibidores de la bomba de protones pueden hacer que los vasos sanguíneos se contraigan, lo que supone un claro riesgo cardiovascular. El último estudio sobre el asunto se ha publicado este mismo mes y asegura que pueden estar vinculados a un mayor riesgo de enfermedad renal crónica.

Pese a las advertencias, estos fármacos siguen siendo ampliamente recetados y utilizados, también en nuevas versiones igual de peligrosas de los mismos. Hasta hace poco más de una década la patente del  omeprazol  pertenecía a AstraZeneca, que ingresaba gracias al medicamento 2.000 millones de dólares anuales, casi un tercio de sus ingresos. Como cuenta Goldacre en su libro, en 2001, justo cuando la patente estaba a punto de expirar, lo que habría la puerta al omeprazol genérico, la farmacéutica presentó el esomeprazol, una versión supuestamente mejor de su exitoso fármaco que, de nuevo, resultó ser todo un éxito.

¿Pero qué diferencia al omeprazol  del  esomeprazol? Según el científico inglés, el nuevo fármaco no es más que la versión izquierda de la mólecula que se presentaba en sus dos formas en el preparado anterior y, aunque las pruebas no son determinantes, lo que está claro es que no existe una diferencia espectacular entre las dos versiones del fármaco y, desde luego, ningún efecto beneficioso apabullante. Pese a esto, el fármaco –que se vende con el nombre comercial de Nexium– es el tercer medicamento más recetado en EEUU. Y cuesta 10 veces más que su versión anterior. España ya cuenta con su versión genérica, pero sus efectos secundarios siguen siendo los mismos.

 

  1. Lipitor (atorvastatina)

Las estatinas son fármacos que se utilizan para tratar el colesterol en sus distintas formas, y son unos de los medicamentos más recetados en todo el mundo. El Lipitor, la versión comercial de uno de estos compuestos, la atorvastatina, facturó casi 13.000 millones de dólares en 2006, convirtiéndose en el medicamento más vendido de la historia, una cifra que disminuyó en los años siguientes cuando surgieron nuevas estatinas de otras farmacéuticas.

En 2012 expiró la patente del  Lipitor, perteneciente a Pfizer, pero en su versión genérica la atorvastatina sigue siendo uno de los fármacos más utilizados para tratar el colesterol.

Los efectos secundarios de las estatinas son numerosos: problemas gastrointestinales, dolor de cabeza, insomnio y afecciones como la mialgia

En opinión de Rosenberg, a los pacientes les encantan las estatinas porque, aunque los médicos les aconsejen lo contrario, les permite ser más laxos con su dieta y la práctica de ejercicio sin que los niveles de colesterol se vayan de madre. Pero, como advierte la doctora Barbara Roberts, profesora de medicina de la Brown University y autora del libro ‘The Truth about Statins’ (Pocket Books), el colesterol no es un factor de riesgo tan importante en el desarrollo de aterosclerosis: “Las grandes farmacéuticas han exagerado de forma continuada el beneficio de las estatinas y algunos médicos han asustado a sus pacientes diciéndoles que si dejan estos fármacos tendrán un infarto”.

No cabe duda de que la eficacia de las estatinas para reducir el colesterol está ampliamente comprobada y, de hecho, reducen el riesgo cardiovascular incluso en personas con niveles normales de LDL, pero sus efectos secundarios no han sido tan estudiados y son numerosos: problemas gastrointestinales, dolor de cabeza, insomnio y, lo más grave, afecciones musculares como la mialgia. Aún así, se recetan a diestro y siniestro. Y más que se pueden recetar: según las nuevas directrices sobre el colesterol que publicará el ‘American College of Cardiology’, y que adelantaron algunos científicos en ‘The Lancet‘, las estatinas podrán recetarse al 31% de los americanos de entre 40 y 75 años que sufren colesterol.

¿Es necesaria tanta medicación? No hay que olvidar que el colesterol no es una enfermedad, sino un factor de riesgo que, además, se puede reducir de forma eficaz mediante unos hábitos de vida más saludables. Por ello muchos médicos creen que las estatinas deben recetarse en función de las características personales de cada paciente, y no de forma inmediata en cuanto una persona pase por la consulta con el colesterol alto, que es justamente lo que está ocurriendo hoy en día.

 

  1. Crestor (rosuvastatina)

Y seguimos con los fármacos para reducir los niveles de colesterol. En 2009, el doctor Paul Ridker, director del Center  for Cardiovascular Disease Prevention en Brigham, presentó los resultados del ensayo clínico Jupiter, que trataba de verificar los beneficios de la rosuvastatina, una “nueva” estatina de la farmacéutica AstraZeneca comercializada bajo el nombre de Crestor –en realidad, una nueva aplicación para pacientes de bajo riesgo de un tratamiento que se venía utilizando hace años para pacientes de alto riesgo–.

Aunque los autores del ensayo tenían, como se reconocía en el mismo estudio, más de 131 vínculos financieros con las grandes farmacéuticas, los medios fueron muy optimistas con el nuevo fármaco, utilizando expresiones del tipo “medicamento asombroso” o “reduce las muertes por ataque al corazón”. Los investigadores aseguraban que el fármaco reducía el riesgo de padecer un infarto en un 54%. Es cierto: en el grupo de control los episodios de infarto fueron de 0,37 por cada 100 personas, frente al 0,17 del grupo que tomó el fármaco. Lo que nadie apuntó es que las personas que no tomaron el medicamento seguían teniendo un riesgo relativamente bajo de sufrir un infarto, sin tener que sufrir los conocidos efectos secundarios de éste.

En plena euforia por el Crestor, el doctor David J Graham, uno de los más altos directivos de la FDA, aseguró que el medicamento era uno de los cinco fármacos más peligrosos que había aprobado su Administración. Public Citizen, uno de los más importantes grupos de defensa del consumidor de EEUU, pidió su retirada de la circulación tras conocer los resultados de una investigación publicada en la revista ‘Circulation’ que aseguraba que el medicamento provocaba un riesgo mucho mayor de sufrir enfermedades como la rabdomiolisis, la proteinuria, la nefropatía o la insuficiencia renal, que otras estatinas igualmente eficaces.

El medicamento se sigue vendiendo tanto en EEUU como en España donde, además, está incluido en la financiación de la Seguridad Social y cuenta con presentación genérica.

 

  1. Vytorinun-bote-de-vytorin-que-aun-no-cuenta-con-alternativa-generica-corbis

Este fármaco de MSD y Schering-Plough es una combinación de la ezetimiba (un fármaco antihiperlipidémico) y la simvastatina (una estatina). Se receta para tratar la dislipidemia, un conjunto de enfermedades cuyo elemento común es la alteración del metabolismo de los lípidos, pero también (¡sorpresa!) para combatir el colesterol.

Lo que muchos pacientes que toman este fármaco para regular sus niveles de LDL, HDL y triglicéridos no saben es que el Vytorin se empezó a comercializar antes de que un ensayo confirmara su efectividad para tratar este factor de riesgo y, cuando fue publicado, su conclusión no fue halagüeña: el fármaco no tenía ningún efecto sobre la acumulación de placa en las arterias.

El senador estadounidense Chuck Grassley pidió que se investigara a la FDA por aprobar un medicamento destinado a un fin que no lograba cumplir. Los congresistas Bart Stupak y John Dingell denunciaron además que la vicepresidenta ejecutiva de Schering-Plough, Carrie Smith Cox, había vendido acciones de la compañía por valor de 29 millones de dólares tras conocer el estudio que aseguraba que el medicamento no era eficaz antes de que se hiciera público.

El asunto salió a la luz y fue todo un escándalo, pero el problema no es sólo que el Vytorin, al igual que otros muchos medicamentos caros, no sea mejor que otras alternativas mucho más económicas, además tiene peligrosos efectos secundarios. La propias farmacéuticas admitieron la existencia de preocupaciones de seguridad sobre su posible daño hepático y en 2014 un estudio publicado en el ‘American Journal’ of Cardiology informó de un inesperado aumento de la incidencia del cáncer y la mortalidad en los sujetos que tomaban con frecuencia uno de los compuestos del fármaco, la ezetimiba.

Al igual que el Crestor, el Vytorin está incluido en la financiación de la Seguridad Social española para tratar el colesterol.

Fuente:  http://goo.gl/Y3lvht

 

 

 

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