Ignacio Felipe Semmelweiss, médico nacido en Hungría en 1818 y es “el padre del lavado de manos” que murió pobre y en un psiquiátrico por defender la higiene personal.

por | Mar 23, 2020 | Ciencia, Miscelánea | 0 Comentarios

Ignacio Felipe Semmelweiss, médico nacido en Hungría en 1818 y es “el padre del lavado de manos” que murió pobre y en un psiquiátrico por defender la higiene personal.

 

Hasta mediados del 1800, los médicos no se molestaban en lavarse las manos, y pasaban de diseccionar un cadáver a dar a luz a un niño. Pero un médico húngaro hizo un avance clave que salvó millones de vidas de madres que recién parían.

Si tuviera que haber un padre para el lavado de manos, sería Ignaz Semmelweis”, afirmó Miryam Wahrman, profesora de biología en la Universidad William Paterson en Nueva Jersey y autora de The Hand Book: Surviving in a Germ-Filled World.

Médico nacido en Hungría en 1818. Recibido en 1844 pasó dos años dedicado al estudio de la infección en el campo de la cirugía. En 1846, con 28 años, obtuvo el doctorado en obstetricia y fue nombrado asistente del profesor Klein, quien estaba a cargo de una de las Maternidades del Hospicio General de Viena.

Semmelweiss observaba preocupado cómo las mujeres ingresadas en para dar a luz tenían muchas más fiebres puerperales que las que alumbraban en sus casas. Los números eran claros. La mortalidad de las madres era del 30% frente al 15% de quienes daban a luz fuera de los muros hospitalarios.

En aquellos tiempos, las mujeres que de clase media o alta traían sus hijos al mundo en sus propios hogares. Y las parturientas que ingresaban a un hospital forman casi siempre parte del grupo designado con el nombre de “indigentes”.

Los gérmenes aún no se habían descubierto, y todavía se creía en la década de 1840 que la enfermedad se propagaba por miasma (malos olores en el aire) que emanaban de cadáveres podridos y aguas residuales.

Después de investigar esta relación causal de enfermedades donde las partículas cadavéricas de la morgue tenían la culpa, y que esas partículas en las manos de los médicos se dirigían luego al cuerpo de las mujeres durante el parto, elevó su teoría a su superior, el doctor Klein, quien en principio no estuvo de acuerdo con dichas conclusiones. Por lo que elaboró su propia idea: el problema podría ser que su cuerpo médico que estaba conformado por muchos extranjeros (procedentes de Hungría, sobre todo).

Semmelweis fue despedido y fue desacreditado. Debió trabajar en un hospital menor hasta caer en la pobreza. Desahuciado, terminó sus días en un centro para enfermos psiquiátricos. En su último intento por demostrar su teoría —y ya con un principio de alzhéimer— se inyectó con un residuo de una necropsia. Así, se ocasionó una septicemia que lo mató a los 47 años. Fue un mártir de la medicina y hoy es considerado el padre del lavado de manos.

El reconocimiento de la asepsia fue para el británico, Joseph Lister, que en 1877 ejecutó la primera operación en condiciones antisépticas, irrigando con unos aspersores la zona quirúrgica, cuya técnica quirúrgica tuvo repercusiones mundiales.

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