Neurotoxinas – ¿Una pandemia silenciosa?

por | Mar 21, 2015 | Ciencia | 0 Comentarios

 

 

Foto: La exposición a determinados productos químicos podría perjudicar el desarrollo cognitivo. (Corbis)La exposición a determinados productos químicos podría perjudicar el desarrollo cognitivo. (Corbis)

 

“Pandemia silenciosa”: las 12 toxinas que acaban con tu cerebro

Podrían estar detrás de las enfermedades neurodegenerativas a edades cada vez más tempranas y de otros trastornos cognitivos en niños

No siempre existen los suficientes estudios antes de aprobar la salida al mercado de un nuevo producto químico

Comiendo productos orgánicos durante el embarazo se pueden reducir la exposición del feto a las neurotoxinas hasta en un 80%
El auge de las enfermedades neurodegenerativas a edades cada vez más tempranas y de otros trastornos cognitivos en los niños, como es el caso del déficit de atención con hiperactividad (TDAH), sigue llamando la atención de científicos y médicos. Las numerosas investigaciones dirigidas a apuntar las causas de este reciente fenómeno todavía no han aportado conclusiones de consenso.

En este contexto, las últimas líneas de investigación se están centrando en las denominadas neurotoxinas: una serie de sustancias químicas, de origen animal, vegetal o de naturaleza inorgánica, capaces de alterar el funcionamiento del sistema nervioso.

Los prestigiosos científicos Philippe Grandjean (Harvard) y Philip Landrigan(Escuela Medicina del Hospital Monte Sinaí) han acotado el campo de investigación al señalar una docena de productos químicos, que serían“responsables de la generalización de los problemas conductuales y cognitivos”.

El informe Neurobehavioural effects of developmental toxicity, publicado recientemente en The Lancet, pone nombre a estas sustancias desconocidas para el gran público, pero con las que entramos en contacto en nuestro día a día: metilmercurio, bifenilos policlorados, etanol, plomo, arsénico, tolueno, manganeso, fluoruro, clorpirifós, tetracloroetileno, difeniléteres polibromados y DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano). O lo que es lo mismo, insecticidas, disolventes y otras sustancias presentes en multitud de productos de uso cotidiano.

¿Una pandemia silenciosa?

La controversia no se ha hecho esperar. Mientras algunas publicaciones especializadas se referían a una “pandemia silenciosa” para describir los resultados del estudio, otras descalificaban a sus autores apelando a la seguridad de dichas sustancias, que pasan numerosos controles antes de salir al mercado. De hecho, algunas como el fluoruro hasta son recomendables, siempre en pequeñas cantidades.

 

El auge de las enfermedades neurodegenerativas a edades cada vez más tempranas y de otros trastornos cognitivos en los niños, como es el caso deldéficit de atención con hiperactividad (TDAH), sigue llamando la atención de científicos y médicos. Las numerosas investigaciones dirigidas a apuntar las causas de este reciente fenómeno todavía no han aportado conclusiones de consenso.

En este contexto, las últimas líneas de investigación se están centrando en las denominadas neurotoxinas: una serie de sustancias químicas, de origen animal, vegetal o de naturaleza inorgánica, capaces de alterar el funcionamiento del sistema nervioso.

Los prestigiosos científicos Philippe Grandjean (Harvard) y Philip Landrigan(Escuela Medicina del Hospital Monte Sinaí) han acotado el campo de investigación al señalar una docena de productos químicos, que serían“responsables de la generalización de los problemas conductuales y cognitivos”.

El informe Neurobehavioural effects of developmental toxicity, publicado recientemente en The Lancet, pone nombre a estas sustancias desconocidas para el gran público, pero con las que entramos en contacto en nuestro día a día: metilmercurio, bifenilos policlorados, etanol, plomo, arsénico, tolueno, manganeso, fluoruro, clorpirifós, tetracloroetileno, difeniléteres polibromados y DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano). O lo que es lo mismo, insecticidas, disolventes y otras sustancias presentes en multitud de productos de uso cotidiano.

¿Una pandemia silenciosa?

La controversia no se ha hecho esperar. Mientras algunas publicaciones especializadas se referían a una “pandemia silenciosa” para describir los resultados del estudio, otras descalificaban a sus autores apelando a la seguridad de dichas sustancias, que pasan numerosos controles antes de salir al mercado. De hecho, algunas como el fluoruro hasta son recomendables, siempre en pequeñas cantidades.

 

Basándose en estos acontecimientos históricos, Grandjean y Landrigan dirigen a las embarazadas sus principales recomendaciones, pues el feto es el que más sufriría esta exposición: “Comiendo productos orgánicos durante el embarazo puede reducirse la exposición del feto hasta en un 80%”.

Los efectos del clorpirifós, uno de los insecticidas más utilizados desde 1965 hasta su prohibición en 2003, en el desarrollo cerebral del feto han sido ampliamente corroborados en numerosas investigaciones a las que la propia justicia recurrió para poner fin a su uso. A pesar de ello, han pasado varias décadas y sus consecuencias siguen manifestándose en la edad adulta, aseguran los autores.

Su gran preocupación, dicen, se centra en las neurotoxinas que aún no están reconocidas como tales pues, durante ese tiempo, “los niños de todo el mundo estarán expuestos a ellas mientras perjudican de forma silenciosa su inteligencia y alteran sus funciones cognitivas”. Una barrera para el éxito y los logros de toda una sociedad, añaden.

La relación con el coeficiente intelectual

Otros investigadores han ido todavía más lejos al asociar las denominadas neurotoxinas con una reducción del cociente intelectual de los niños. David Bellinger, profesor de neurología de la Facultad de Medicina de Harvard, publicó hace algo más de un año una investigación con madres que habían sufrido una fuerte exposición a estas sustancias durante el embarazo (sobre todo a pesticidas comunes presentes en la actividad agrícola).

Al seguir el desarrollo intelectual de los hijos, Bellinger comprobó que tenían varios puntos de CI menos que la media. Según sus cálculos, los norteamericanos habrían perdido un total de 16,9 millones de puntos de coeficiente debido a la exposición a los organofosfatos.

En este sentido son interesantes los estudios de la economista Elise Gould, directora de políticas de salud en el Instituto norteamericano de Política Económica. Según sus cálculos, la pérdida de un punto de CI se corresponde con una disminución de las ganancias a lo largo de la vida de casi 13.000 euros.

La amenaza está clara para toda la comunidad científica, sin embargo, la identificación de la causa sigue sin convencer a todo el mundo. Unas carencias que esperan salvarse con los cientos de millones que, durante los últimos años, riegan numerosos centros de investigación especializados en neurotoxinas. Mientras tanto, el tiempo sigue jugando en contra de las futuras generaciones.

Leer más:

http://bit.ly/1FiBFfr

http://es.wikipedia.org/wiki/Neurotoxina

https://youtu.be/UgENNmA19sk

https://youtu.be/-VK_qo4yYNM

http://blogs.forbes.com/people/kaitlyngraap/

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