Prevención y fotoprotección
¿Cómo tengo que protegerme del sol este verano?
La piel está expuesta los 365 días del año a los efectos del sol, que en verano son aún más perjudiciales. En la playa o en la ciudad, hay que protegerse correctamente para evitar las quemaduras, que nos acompañan toda la vida y ponen en riesgo la salud futura de la piel, pudiendo desarrollar melanomas.
Para evitar estar rojo como un cangrejo, hay que tener en cuenta una serie de directrices. Por ejemplo, que podríamos no estar protegiéndonos del sol de la forma más adecuada. Incluso, existe la creencia de que cuando paseamos o vamos de camino a la playa no es necesario protegerse la piel. Si es usted de los que cree que dentro del agua es inmune a los rayos UVA o que debajo de la sombrilla no se coge color, está equivocado.
Según Agustín Buendía, profesor titular de la Universidad de Granada y responsable de las campañas de prevención de la Academia Española de Dermatología, la protección mínima no existe y lo más recomendable es usar cremas con protección solar alta, entre los 40 y los 50 grados. “Apenas hay diferencia, por encima de 50 es un factor de protección elevado, y no se recomienda por debajo de esos números“, aclara.
Buendía indica que, sobre todo, depende del lugar de exposición y del tipo de piel de cada individuo. “Una piel muy clara necesita un fotoprotector más alto”, explica. Pero también depende de la cantidad que se aplica, y cada cuánto tiempo. Si utilizamos la crema solar cuando ya estamos en la playa, durante el camino nuestro cuerpo está recibiendo radiación. Se recomienda utilizarla cada dos horas, y reaplicarla una vez hemos salido del agua. La cantidad exacta sería una cuchara pequeña de café para los brazos y la cara, mientras que para las extremidades, dos cucharadas”.
La fotoprotección
Solemos tener la costumbre de proteger únicamente las partes del cuerpo que están más expuestas al sol y nos olvidamos del resto. También hay que aplicar crema solar en las zonas menos comunes, como en las orejas y en los pies porque la radiación se recibe por toda la epidermis.
La duda más frecuente es si se debe usar los mismos fotoprotectores para la cara y el cuerpo. Pero, en realidad, el principio activo de protección es el mismo y la diferencia reside en utilizar la forma de aplicación que nos sea más cómoda, como los spray y las leches para el cuerpo o los geles para la cara. De igual forma, como aconseja Buendía, “no es conveniente usar los protectores solares una vez han caducado“.
El dermatólogo Agustín Buendía recomienda que principalmente se confíe en productos que se adquieren en las farmacias “porque tienes la seguridad de que hay un equipo de investigación detrás”.
“Estoy en contra de buscar el bronceado de una forma voluntaria”, defiende el profesor de la Universidad de Granada respecto a los productos cuya finalidad es el bronceado de la piel, pero señala que el riesgo más elevado se encuentra en los productos caseros que algunas personas utilizan para broncearse y que normalmente están compuestos por aceite de oliva y esencia de coco.
Existen dos tipos de fotoprotectores: los filtros químicos y los físicos. Según Buendía, los fotoprotectores físicos son más antiestéticos porque dejan la cara blanca, pero son mejor que los químicos a nivel de protección. Los protectores físicos protegen frente a los dos tipos de rayos ultravioleta A y B. Los B son los que causan las quemaduras solares porque su acción es más intensa, mientras que la radiación A también quema pero con un mayor tiempo de exposición. “En este caso los protectores químicos protegen mejor frente a los rayos B e impiden la quemadura inmediata, pero esto aumenta el tiempo de exposición”, explica. También “para evitar el cáncer y el envejecimiento prematuro, son mejor los filtros físicos“, aclara.
Los daños a nuestra piel
No todas las horas son buenas para broncearse ya que la intensidad de los rayos solares varía según las distintas franjas horarias. El dermatólogo José Carlos Moreno, miembro de la Academia Española de Dermatología, asegura que “el sol tiene mayor incidencia entre las 11 y las 16 horas del día“.
Tomar el sol de forma inadecuada puede tener unas consecuencias inmediatas en nuestra piel, ya que la superficie cutánea va almacenando la radiación ultravioleta desde la primera exposición, y no se elimina, se queda en la piel, y con el tiempo vamos sumando daños.
Una de las lesiones directas de estos malos hábitos son las quemaduras. En estos casos, cuando aparece un enrojecimiento de la epidermis, se recomienda “aplicar cremas hidratantes y enfriar la piel“, indica Moreno. Si se trata de quemaduras de segundo grado y aparecen ampollas, “es necesario acudir a un médico para suministrar un tratamiento con corticoides”, sostiene.
Mientras que a largo plazo, Moreno explica que las secuelas son “el envejecimiento prematuro de la epidermis” o dos posibles tipos de cáncer como “el melanoma” y “el cáncer cutáneo”. Asegura que el melanoma es más grave si se detecta más tarde, mientras que el cáncer cutáneo también es maligno pero con menor posibilidad de producir una metástasis.
Para no llegar a las peores consecuencias, se recomienda vigilar cualquier mancha o lunar que cambie de forma o color. Moreno cuenta cómo es el proceso: “primero se realiza una inspección clínica y después, si es necesario, un examen dermatoscópico utilizando una lupa de aumento”. Si se contempla que la lesión es muy grande, “el último paso es una biopsia”, dice.
A pesar del aumento del número de casos de cáncer de piel, los expertos aseguran que la mortalidad por esta enfermedad se ha estabilizado gracias al diagnóstico precoz. Moreno afirma que si se detecta el cáncer en su fase inicial, se puede extirpar antes de que haya invadido las capas cutáneas y “entonces hay una supervivencia alta”.
Para aquéllos que piensan que tal vez es más sano tomar el sol en una cama de rayos UVA, se equivocan. Al uso de la cabina se suma la radiación solar que se absorbe con las actividades del día a día como pasear, ir a la piscina, etc. Incluso está reconocido a nivel internacional, como explica Moreno. La OMS considera las camas de bronceado como un factor cancerígeno, y “hay que valorarlo como tal”.
La acción de los rayos solares sobre la piel también puede producir otras reacciones adversas, como las alergias. Varias personas sufren reacciones alérgicas ante la exposición a los rayos ultravioleta. En la mayoría de los casos, la reacción vuelve a aparecer cada vez que la epidermis entra en contacto con los rayos UVA. “Aunque con los años puede darse un endurecimiento de la piel y que los síntomas desaparezcan”, asegura.
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