La dieta del hambre:
¿Serías capaz de hacer una sola comida al día? Un gurú japonés asegura que elegir esta opción no sólo adelgaza, sino que además previene enfermedades y frena el envejecimiento. ¿Revolución o nueva moda pasajera?
El cinco, en la nutrición moderna, es un número mágico: son cinco las ingestas de alimento diarias recomendadas y cinco las raciones de fruta y verdura aconsejadas en una dieta equilibrada. Sin embargo, el gurú japonés Yoshinori Nagumo defiende ahora que si comemos sólo una vez al día podemos llegar a nuestro peso ideal, rejuvenecer y prevenir enfermedades graves. Según este cirujano, experto en cáncer de mama y autor del libro Un día. Una Comida (Zenith), del que ya se ha vendido más de un millón de ejemplares en Asia, no estamos programados ni histórica ni biológicamente para sobrealimentarnos, sino para sobrevivir a situaciones de hambre, frío o enfermedad.
ACTIVAR EL GEN DE LA LONGEVIDAD
«Que el hombre realice tres comidas al día hasta saciarse es un comportamiento generalizado desde hace no más de unas décadas», señala Nagumo, quien se agarra al principio –demostrado científicamente en el año 1935 a partir de ensayos con diferentes especies de animales, desde ratas hasta monos– de que «una restricción calórica de entre un 30 y un 40 por ciento reduce el peso de un 30 a un 50 por ciento, disminuye en una quinta parte los niveles de glucosa en sangre en sólo cinco días (además de bajar a la mitad los de insulina en tres semanas) y aumenta la esperanza de vida 1,5 veces». Lo corrobora el doctor Dámaso Crespo Santiago, médico, antropólogo y catedrático de Histología de la Universidad de Cantabria: «Cuando comemos se activa el gen del ahorro, cuya misión consiste en transformar en grasa todo lo que ingerimos por si llega un periodo de hambre. Pero hay otro gen, el de la sirtuina –o gen de la longevidad–, que sólo se pone en marcha cuando ruge el estómago. Entonces, escanea los 60 billones de células del cuerpo humano y repara las dañadas, lo que aumenta la esperanza de vida y también frena el envejecimiento». Precisamente, para encender estos últimos genes Nagumo propone una sola comida.
LO QUE DEBES SABER
EFECTOS SECUNDARIOS: En las primeras 24 o 36 horas se pueden agravar las enfermedades ya presentes y sufrir náuseas, mareos, debilidad o estreñimiento. «Son síntomas de adaptación que se superan al tercer día, cuando el cuerpo ya se alimenta de las grasas de reserva», advierte Pablo Saz, profesor de la Universidad de Zaragoza y médico naturista (Zaragoza,tel. 976 32 09 20).
QUIÉN SÍ Y QUIÉN NO: El propio Nagumo sólo recomienda su método a individuos obesos, a hombres mayores de 30 años y a mujeres postmenopáusicas. Lo desaconseja en niños, personas delgadas o enfermas, mayores y mujeres en edad fértil o embarazadas. Pablo Saz añade a la gente que padece insuficiencias cardiaca, hepática o renal, diabetes tipo 1 y trastornos alimentarios.
NUNCA MÁS DE 40 DÍAS: Jamás se debe mantener una restricción de calorías del 70 por ciento ni un ayuno superior a los cuarenta días. «Tiene que haber reservas de grasa para que el cuerpo tire de ellas. Pasados estos límites el organismo empieza a utilizar sus depósitos de proteínas (incluidos los del corazón), lo que podría llegar a suponer la muerte por inanición», advierte el profesor Saz.
EMPEZAR POR TRES COMIDAS
Para alcanzar esta meta, el especialista nipón plantea comenzar siguiendo el protocolo Una sopa y otro plato, que consiste en hacer tres comidas de este modo: un bol pequeño de sopa de verduras o caldo miso y otro de arroz blanco o integral, carne, pescado o lo que queramos. La clave reside en que todas las raciones sean pequeñas y en llenar el estómago hasta el 80 por ciento de su capacidad. Es decir, hay que quedarse con un poco de hambre. Tras acostumbrarte a este primer paso, puedes instalarte en él para siempre o pasar a la dieta que da nombre al libro, en la que sólo existe una comida –casi vegetariana– al día, a ser posible en forma de cena temprana por la noche porque «a medio día provoca somnolencia y baja el rendimiento», según el japonés. En esa única comida principal del día deben ingerirse los alimentos completos: las verduras, con piel, hojas y raíces; los cereales, integrales y con el grano entero, y el pescado, con piel, espinas y cabeza –es preferible decantarse por variedades pequeñas, como gambas, calamares, sardinas y arenques–. Conviene cocinar con poco aceite y evitar la carne, los carbohidratos, los azúcares, las grasas saturadas y las trans, la sal y los condimentos artificiales. Para superar el hambre a lo largo de la jornada, Yoshinori Nagumo sugiere tomar frutos secos, fruta de temporada o infusiones de té de cebada o bardana, «que tienen la propiedad de neutralizar la grasa y el colesterol».