El ‘efecto crunch‘ – La importancia del escuchar lo que masticas y comes
La clave para adelgazar y perder unos kilos de más El ‘efecto crunch‘ – La importancia del escuchar lo que masticas y comes
Un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Colorado acaba de encontrar una solución que no requiere de una terapia cognitiva radical. El denominado como ‘efecto crunch‘, lejos de basarse en hincharte a las famosas chocolatinas, establece un hábito alimenticio tan simple como escucharnos masticar a nosotros mismos. De esta forma, evitamos los excesos gracias a que el ruido que hacemos al triturar nos mantiene atentos a lo que nos llevamos realmente a la boca.
Comer de manera inconsciente alimentos inapropiados en exceso. Ahogar el sonido de nuestros dientes al masticar por culpa de sonidos externos como la televisión puede derivar en un aumento de peso inesperado”, advierten los autores del estudio, quienes aseguran que si optamos por alimentos que hagan el suficiente ruido al masticarlos como para captar nuestra atención, nos percataremos de lo que estamos comiendo incluso con distracciones externas, evitando el consumo compulsivo.
“El oído suele ser el sentido más olvidado, pero si la gente se centrase más en el sonido que hace la comida, podría reducir las cantidades que consume”, asegura Ryan Elder, profesor en la Universidad de Brigham y autor principal del estudio que ha sido publicado en la revista ‘Food Quality and Preference’.
Prueba, escúchate y compréndelo
Prueba a comer kikos, el crujido del maíz al romper en tus muelas te puede mantener espabilado a nivel alimentario.
“La inmensa mayoría de consumidores e investigadores han pasado por alto el hecho de que el sonido de los alimentos es una señal sensorial importante en la experiencia de comer”, añadía Gina Mohr, coautora del estudio y profesora en la Universidad Estatal de Colorado. Eso sí, tal y como subrayaron los expertos, “que los alimentos suenen no quiere decir que estemos hablando del crujido del chisporroteo del bacon o el crujido de las palomitas de maíz”.
Para llegar a estas conclusiones, colocaron unos auriculares a los participantes de tal forma que algunos escucharon sonidos relajantes mientras comían bocadillos y otros fueron sometidos a ruidos fuertes. Así, observaron que los que escucharon la música más alta comieron hasta cuatro pretzels mientras que los que tenían un fondo musical más suave apenas comieron 2,75 galletitas saladas.
“La diferencia en las cantidades puede no parecer muy grande, pero en el transcurso de una semana, un mes o un año, esos pretzel de más podrían suponer un aumento de peso considerable”.
Distracciones “NO” gracias
“Cuando se enmascara el sonido de los mordiscos, eliminamos uno de nuestros sentidos y esto hace que consumamos más de lo que comeríamos normalmente”.
Hace ya algun tiempo que los expertos lo vienen diciendo:
.-. Nada de tele mientras estamos comiendo.
.-. Nada de Smartphone.
En definitiva con estos dispositivos estás más atento al contenido del programa televisivo o a los mensaje de tu Smartphone que a lo que hay en tu plato y, en consecuencia, ni saboreas la comida ni sabes cuánto había en el plato, incluso ni si vas por el primero o el segundo.