“El paracetamol puede ser en realidad un medicamento muy peligroso”
AUGE Y CAÍDA DEL ANALGÉSICO MÁS VENDIDO
Este analgésico es un medicamento considerado barato, eficaz y seguro. Desde luego, es asequible, pero el resto de sus bondades están en entredicho.
El efecto clínico del paracetamol es insignificante para paliar muchos de nuestros dolores.
En muchos casos el paracetamol no alivia más nuestro dolor que un placebo.
El dolor en sí no hace ningún daño, no es algo que puedas curar y a veces tiene sentido no tomar nada.
El paracetamol no suele faltar en los botiquines de nuestras casas, ya sea en su forma genérica (de la que se venden 32 millones de envases al año) o como principal principio activo de conocidos fármacos comerciales comoEfferalgan o el Gelocatil, que ocupan, respectivamente, el segundo y tercer puesto en la lista de ventas de medicamentos de nuestro país.
Poco importa que tengamos resaca, nos duela la cabeza, la espalda o tengamos fiebre, en cuanto sentimos que algo no va bien, echamos manos de un medicamento considerado barato, eficaz y seguro. Y así ha sido durante casi 50 años. Pero las cosas están empezando a cambiar para el analgésico por excelencia.
Diversos estudios recientes han puesto en duda la seguridad del paracetamol cuando se consume de forma continuada y en cuanto se excede la dosis recomendada. Y el principal problema es que es muy fácil pasarse.
La dosis máxima que puede tomarse en un día son 4 gramos, pero con sólo tomar 5 pueden aparecer complicaciones en el hígado. Teniendo en cuenta que el paracetamol suele venderse en pastillas de un gramo, basta sobrepasar las cuatro dosis para entrar en la zona de peligro. El medicamento, además, está presente en la mayoría de preparados para paliar el resfriado o la gripe, que por error podemos combinar con más paracetamol.
Ni qué decir tiene que todo el mundo debería leer el prospecto antes de tomar cualquier medicamento, pero lo cierto es que no todos lo hacen. Y con el paracetamol es muy fácil pasarse de la raya. El año pasado, la FDA redujo en Estados Unidos la dosis máxima de paracetamol que se vende en pastillas a los 325 mg, para reducir el riesgo de sobredosis accidentales. En España la presentación más popular es la de 650 mg pero se siguen vendiendo capsulas y granulados de un gramo.
Auge y caída del paracetamol
El paracetamol empezó a comercializarse en Estados Unidos en 1955 bajo el nombre de Tylenol, y en sólo unos años su uso se extendió por todo el mundo, convirtiéndose en la década de los 60 en uno de los analgésicos más populares. Los médicos vieron en el paracetamol una alternativa más segura a la aspirina y los antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno), que estaban siendo cuestionados por causar sangrado intestinal, úlceras y otros serios efectos secundarios.
Ya entonces, hace 50 años, algunos científicos alertaron de que el consumo continuado de paracetamol para paliar dolores crónicos podía causar hemorragia interna, pero la evidencia no era concluyente. Nuevos estudios parecen darles la razón.
En 2011, el profesor Michael Doherty, reumatólogo de la Universidad de Nottingham, publicó una investigación en la que se analizaba la evolución de 900 pacientes de 40 años o más que tomaron paracetamol, ibuprofeno o una combinación de ambos medicamentos para paliar su dolor crónico de rodilla. Como era de esperar, después de 13 semanas, uno de cada cinco pacientes que había tomado ibuprofeno había perdido hemoglobina, pero las personas que tomaron paracetamol tuvieron una pérdida similar.
Como explica el doctor John Dickinson en un interesante artículo en The Guardian, “el paracetamol puede ser en realidad un fármaco muy peligroso. Puede causar problemas en el hígado y el riñón, y causa tanto sangrado gastrointestinal como los antiinflamatorios no esteroideos”.
Según un reciente estudio, publicado en la revista Annals of the Rheumatic Diseases, los pacientes que toman el analgésico de forma rutinaria tienen un 63% más posibilidades de morir de forma inesperada, un 68% más posibilidades de padecer un infarto o un ictus y hasta un 50% más posibilidades de tener una úlcera o sangrado estomacal.
Y este podría no ser el único problema. En 2013 la FDA alertó de que, en algunos casos excepcionales, el paracetamol puede causar el síndrome de Stevens-Johnson, una enfermedad de la piel caracterizada por una necrosis epidérmica potencialmente letal.
Se trata de peligros que, en principio, se pueden evitar si no abusamos del medicamento y respetamos siempre la dosis máxima recomendada. Pero ¿merece la pena correr el riesgo?
Un nuevo enfoque para tratar el dolor
Todos los fármacos tienen efectos secundarios y los tomamos porque sus beneficios superan a sus riesgos, pero lo que los médicos tienen cada vez más claro es que el efecto clínico del paracetamol es insignificante para paliar muchos de nuestros dolores.
En Reino Unido se ha dejado de recetar el paracetamol para paliar los dolores de la osteoporosis, debido a que, según el National Institute for Health and Care Excellence, tiene unos “beneficios limitados” que no compensan sus riesgos cuando se consume de forma continuada.
Una reciente revisión de estudios publicada en el British Medical Journal puso en duda también su utilidad para paliar los dolores de espalda. Tras analizar 13 informes los autores de la investigación llegaron a la conclusión de que el paracetamol no ayudaba a combatir las dolencias lumbares. Además, las personas que tomaron el medicamento tuvieron cuatro veces más posibilidades de sufrir funciones hepáticas anormales.
En muchos casos el paracetamol no alivia más nuestro dolor que un placebo. Una revisión de 2006, elaborada por la Colaboración Cochrane, una prestigiosa ONG de investigadores de salud, mostró que de los siete estudios que comparaban la eficacia del paracetamol con la del placebo dos no encontraban ninguna diferencia y cinco aseguraban que el paracetamol sólo aliviaba el dolor un 5% más que el placebo, lo que consideraban una “cuestionable significancia clínica”.
Parece claro que el paracetamol es relativamente eficaz para aliviar de forma puntual el dolor de cabeza y las molestias ocasionadas por la fiebre, pero sirve de muy poco para tratar todo lo demás. Sus efectos, además, varían enormemente entre pacientes, por lo que deberíamos dejar de considerar a este medicamento el estándar para tratar todo tipo de dolores.
El doctor Dickinson es tajante: “Los pacientes no deberían estar tomando paracetamol de forma habitual”. En su opinión, el analgésico es útil en momentos puntuales, pero se deben considerar otras formas de tratar el dolor menos lesivas, como los baños calientes o los ejercicios de estiramiento.
El dolor, al fin y al cabo, no es malo en si mismo: es sólo una señal de que algo va mal en nuestro cuerpo. Y los analgésicos no resuelven el problema, sólo hacen que dejemos de notarlo. Evidentemente, a nadie le gusta sufrir, pero como explica Dickinson, por lo general, tolerar pequeñas dosis de dolor que van a desaparecer por sí solas es mejor que atiborrarse a pastillas.
“Tradicionalmente los doctores decían, ‘no, no debes tener dolor, y vamos a darte algo para acabar con él’”, comenta Dickinson. “Lo que tenemos que explicar a la gente es que el dolor en sí no hace ningún daño, no es algo que puedas curar y a veces tiene sentido no tomar nada. Debemos aprender a controlar el dolor de forma más proporcionada. No va a ser fácil porque es un problema cultural, pero mi opinión es que en menos de cinco años vamos a dejar de prescribir paracetamol para aliviar los dolores crónicos”.
Fuente:
Leer más:
http://es.wikipedia.org/wiki/Paracetamol
http://www.iqb.es/cbasicas/farma/farma04/p006.htm
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