Perfumes ‘eco’, el nuevo lujo
Superalimentos en la despensa, esterilla para yoga dentro de la mochila y cosméticos eco sobre el tocador. La corriente que aboga por un estilo de vida saludable, ya asumida en Europa, penetra en España con timidez, pero sin pausa. “Estamos a años luz de la mentalidad de otros países, aunque eso está cambiando a pasitos pequeños. Cada vez hay más personas que se preocupan por los componentes de lo que compran“, cuenta Alejandra Llamas, emprendedora detrás de la web de productos de belleza naturales Vita33.
Las llamadas e-commerce son las principales responsables de esta tendencia creciente -a nivel nacional, la citada o Laconicum apuestan fuerte por este mercado nicho- pero también hay ejemplos de tiendas físicas que desde hace unos años se han centrado en esa demanda. Es el caso de Marta Tamayo y Jean-Luc Gardarin, directores de la perfumería Le Secret du Marais: “En ningún caso pensamos que sea un fenómeno pasajero sino más bien lo contrario. Los clientes se están concienciando de lo importante que es para la salud y para un desarrollo sostenible del planeta realizar un consumo de productos orgánicos. Pero hay que prestar especial atención a las etiquetas y a los sellos que certifican los ingredientes y los procesos de producción, ya que existe mucha confusión y no hay una divulgación precisa”.
Tampoco datos oficiales de consumo, según Stanpa, la Agrupación Nacional de Fabricantes de Perfumería y Afines, que trata de poner orden en la definición ecológica de la cosmética: “El criterio difiere con las distintas legislaciones pero sí hay consenso en que han de ser productos respetuosos con el medio ambiente (minimizando las emisiones de gases de efecto invernadero), tener en consideración su ciclo de vida, desde los ingredientes hasta su uso final (fuentes renovables, materiales reciclados…) y esto no requiere que sean naturales obligatoriamente”.
En el mundo de la perfumería hay mayor desconcierto si cabe. “Las notas naturales son de origen vegetal o de hongos, como el musgo de encina. Después, están los aceites esenciales bio, que proceden de cultivo ecológico, no emplean pesticidas, y eso tiene que estar documentado con su certificado. Por último, están las esencias de síntesis, que se elaboran en laboratorio y pueden ser de dos tipos: partiendo de aromas naturales que se recrean u olores desconocidos que surgen a partir de moléculas nuevas”, explica Irene Gisbert, nariz de Ainea Perfums.
La perfumista cuenta que hacer buenas fragancias 100% naturales a precio asequible es complicado. “El margen es muy limitado. O es muy simple, partiendo de cítricos, hierbas, especias y algún punto de madera, o tienes que venderlo a 500 euros. La mayoría de perfumes del mercado, de hecho, trabaja con fórmulas químicas. Ahora mismo, la rosa turca es de los ingredientes más preciados a 14.000 euros el kilo. Si comparamos, el nerolí de Túnez bio alcanza los 7.381 euros el kilo, mientras que el natural 5.790. El vetiver bio 375 y el natural 337. Estos precios pueden bajar si compras más cantidad pero evidencian que certificar los aceites esenciales hace que suban y, en ambos casos, sigue siendo más costoso que una mezcla de ingredientes naturales y sintéticos”.
Tamayo corrobora esta idea: “Apenas existen 150 notas naturales, por lo que las posibilidades de formulación se reducen. En cambio, las sintéticas se amplían cada año, llegando a unas 2.000 o más, que permiten crear fragancias con muchos matices”. Es por esto que la perfumería biológica natural apenas ha evolucionado.
Otra de las particularidades de estas fragancias es que sus fórmulas pueden ser más inestables debido a los cambios de luz, temperatura y humedad. Los cítricos, como la naranja y el limón, se oxidan. Además, hay que tener en cuenta las propiedades de aromaterapia de los aceites esenciales. “Tratas de que el aroma sea agradable y, al mismo tiempo, no puedes olvidar las características relajantes o dinamizantes. Te obligan a ir un paso más allá como creativo“, afirma la perfumista de Ainea.
Sin embargo, no cree que deban desaprovecharse las interesantes posibilidades de las fragancias de síntesis. Hay algunos ingredientes naturales no autorizados porque proceden de glándulas animales, como determinados almizcles, y sólo pueden formularse en el laboratorio o flores que no permiten la destilación natural. “Está bien ofrecer cosas diferentes y que cada uno escoja, hay mercado para todo”.
“Quizá una persona se cuestiona más lo que se aplica en la cara, pero el perfume se puede echar sobre la ropa y ésa puede ser la causa de que triunfe más la cosmética ecológica que la perfumería”, opina Gisbert.
Objeto de deseo
Una cuestión importante a la hora de decantarse por uno u otro producto es la imagen. En perfumería, a veces cuenta más el continente que el contenido si el frasco entra por los ojos. “Hoy en día se sigue identificando lo natural con la falta de diseño pero existen marcas a nivel internacional que han cambiado este concepto, como es el caso de la inglesa Pai Skincare o de la austríaca Susanne Kaufmann”, asevera Jean-Luc Gardarin.
El envase ha dejado de ser tosco para atender al concepto bio de forma sofisticada y haciendo referencia a la tierra. Incluso casas de moda como Thierry Mugler van más allá con la fuente rellenable de sus exitosos Angel -el primer perfume que se recarga (1992)- y Alien. Según estudios de la firma, el sistema permite reutilizar 2,3 millones de frascos y reducir 383 toneladas de residuos al año.
Un camino que siguió Clarins con el lanzamiento de Eau Dynamisante Rechargeable (2013), una fragancia envuelta en una caja reciclable procedente de bosques explotados con criterios sostenibles. Se acabó el usar y tirar.
Hasta clásicos como La vie est belle, de Lancôme, huye de bases prefabricadas:de sus 63 ingredientes, la mitad son naturales. Marcas y consumidores lo tienen claro: el mundo eco es el nuevo lujo.
Fuente: http://goo.gl/nXfQ6w