Si la ternera es pollo, ¿qué será el pollo? Nuevos datos sobre el fraude en la carne

por | Feb 11, 2016 | Ciencia | 0 Comentarios

Si la ternera es pollo, ¿qué será el pollo? Nuevos datos sobre el fraude en la carne

 

Desde diciembre de 2014, cuando entró en vigor la nueva normativa europea sobre el etiquetado de alimentos, se obligó a la industria alimentaria a indicar el origen de los productos cárnicos, su fecha de congelación y caducidad y su composición, en el caso de que el producto no tenga una sola procedencia (algo mucho más habitual de lo que parece).

Pero un año después de su implantación no todo el mundo parece dispuesto a cambiar sus etiquetas. La organización de consumidores FACUA analizó recientemente el etiquetado de 120 productos frescos, y sólo nueve de cada diez etiquetas cumplían con la normativa. Los productos cárnicos eran los que se llevaban la peor parte: en muchos casos no se indicaba la procedencia de la carne, la fecha de congelación o caducidad, o la cantidad neta del producto.
Lo más preocupante es lo que ocurre con los preparados cárnicos. Ninguno de los 8 productos de este tipo que analizó FACUA cumplía con la normativa en cuanto a la denominación del alimento, utilizando expresiones como “picada de ternera” o “burguer meat” que inducen a confusión en los consumidores.

Como ha explicado a El Confidencial el portavoz de FACUA Rubén Sánchez, es habitual que se vendan chacinas o carnes que por ejemplo están mezcladas con patata. “Crees que estás comprando carne pero es ‘carne con”, explica Sánchez. “El etiquetado induce a confusión. Denominaciones como ‘producto elaborado a partir de fiambre de’ apuntan a que el alimento lleva muchas otras cosas que no son la carne propiamente dicha, y para ello debemos mirar cuál es su composición”.


¿Carne o colágeno?

Pero en muchas ocasiones, no sólo la denominación es incorrecta: también se ocultan determinados ingredientes. Un estudio elaborado por la Organización de Consumidores Europeos (BEUC) que analizó el etiquetado de productos cárnicos en siete países de la Unión (incluido España) entre abril de 2014 y agosto de 2015 concluyó que la presencia de tipos de carne distintas a la indicada o la falta de mención de ciertos aditivos es común en todos los países. “Muchos de los productos a base de carne vendidos en la UE no son etiquetados correctamente o no contienen los ingredientes indicados, concluye el duro informe.

Como ejemplo, el estudio indica que en el caso de España “los consumidores pueden ser confundidos” por lo que es la ‘picada de ternera’, que para muchos suena como ‘carne picada de ternera’ (es decir, un tipo de carne fresca), cuando en realidad se trata de un preparado cárnico. El nombre correcto debería ser ‘preparado de carne picada de ternera’, que suena más sospechoso, pero, cuando aparece la denominación correcta, “lo hace normalmente en una letra muy pequeña”.

 

La normativa europea obliga también a indicar la cantidad de producto utilizado en cada preparación si este se supone parte principal de la misma. Por ejemplo, si se venden unas “brochetas de vacuno” debemos ver en el etiquetado qué porcentaje de ternera tienen estas, pero eso no quiere decir que sea real.

Como explica el informe de la BEUC, existen numerosas irregularidades al indicar la cantidad de cada ingrediente presente en los preparados. Un informe elaborado en la República Checa detectó que la discrepancia entre el porcentaje de carne de cerdo incluido en las “salchichas de cerdo” y su presencia real era hasta del 15%, un error que se elevaba hasta el 24,5% en la carne picada, en la que la ternera era sustituida mayormente por agua.

Pero, aunque el porcentaje del contenido cárnico sea correcto, tampoco podemos fiarnos de que la carne sea lo que entendemos como tal. Según la normativa de la UE, se puede calificar como “carne” cualquier pieza que no incluya más del 30% de grasa y el 25% de colágeno, una definición que, según explica la BEUC en su informe, es muy amplia y permite a las empresas una gran flexibilidad al escoger la naturaleza y la calidad de la “carne” que utilizan en los preparados.

Más turbia aún es la composición de todos los preparados calificados bajo la denominación “carne separada mecánicamente” (CSM), que se obtiene de los restos que quedan en los cadáveres de los animales una vez que se han extraído los cortes principales. Un estudio de la OCU, en el que se analizaron 25 kebaps de CSM de ternera de diferentes establecimientos madrileños, llegó a la conclusión de que sólo uno procedía realmente de este animal.

La mayoría estaban compuestos de CSM de pollo, pavo o caballo, algo fácil de detectar en laboratorio por su alto contenido en calcio, el mayor constituyente de los huesos, siempre presentes en estos preparados. La carne del 36% de los kebabs llevaba además más tendones y fibras de las deseables (más del 15% de la proteína total).

Un problema de seguridad alimentaria

Estos fraudes en el etiquetado son un engaño al consumidor, pero el problema podría ser aún más grave de lo que pensamos. Esta semana la asociación de consumidores francesa UCF-Que Choisir ha publicado una investigación en la que analiza el etiquetado de 245 productos cárnicos, de 13 fabricantes y siete hipermercados (incluidos algunos cuyos productos están presentes en España, como Carrefour, Auchan o E. Leclerc).

En el 74% de los productos con pollo, el 57% de los que contienen cerdo y el 30% de los que llevan ternera no se indica su origen de procedencia. El asunto es especialmente escandaloso en lo que respecta a los sándwiches: más del 90% no cumplen con la normativa.

¿Por qué es importante indicar el origen de la carne? Quizás como consumidor nos puede dar lo mismo, pero se trata de una práctica que complica sobremanera la protección de los ciudadanos cuando estalla una crisis de seguridad alimentaria. Si las autoridades se percatan de que la partida de carne de un matadero concreto está contaminada es imposible retirar los productos si no se ha trazado correctamente su origen.

“El problema son las mezclas”, apunta el portavoz de FACUA. “Los productos que son elaborados a partir de distintas combinaciones de materias primas, como un plato preparado, tienen muchas procedencias, puede que las patatas vengan de Suecia y los pimientos de Jaén. Eso ya es complejo. Pero además hay productos que creemos que están hechos de pavo, pero no, son de pavo con patata. Imagínate que hay una alerta alimentaria respecto a unas patatas que vienen del sur de Francia ¿Cómo sabes si en el fiambre de pavo que estás consumiendo no contiene esa patata en concreto? ¿Tiene la administración los elementos para conocer la trazabilidad al 100% para retirar los productos? No lo sé, pero desde luego el consumidor no los tiene, y si no se consigue retirar los productos del mercado que están dentro de una alerta que, además, la mayoría de las veces es secreta, el consumidor está totalmente desprotegido”.

CARNE

Defraudar es muy fácil

Si como constatan todos los estudios que se han hecho al respecto, el fraude en el etiquetado de los productos cárnicos es generalizado, ¿por qué las autoridades no toman cartas en el asunto?

Para Sánchez es evidente que existe un déficit “enorme y preocupante” en cuanto a las inspecciones de sanidad y consumo, tanto por parte del Ministerio de Sanidad como por parte de las CCAA, lo que favorece la existencia de multitud de fraudes.

Pero, además, como denuncia el portavoz de FACUA, “cuando se detecta una irregularidad, la multa, si se produce, es absolutamente ridícula y además es secreta, no se anuncia públicamente. En los últimos años no ha trascendido una sola multa en España por fraude en el etiquetado, como mucho se solicita a la empresa que rectifique o retire productos del mercado, y no se entera nadie. Nos podemos tirar años comprando productos fraudulentos por la forma de presentación, cambia el etiquetado y no sabemos que hemos sido víctimas de un fraude”.

En 2013 todos nos llevamos las manos a la cabeza al descubrir que muchos de los preparados que consumíamos contenían carne de caballo. Un año después del escándalo, ya con la nueva normativa, una investigación dirigida por la organización de consumidores británica Which? constató que el 40% de la carne de cordero que servían 60 restaurantes indios de Londres y Birmingham no contenía ni un sólo gramo de cordero. A la vista está que la protección de los consumidores no es una prioridad, ni para la industria ni para las autoridades.
Leer más:  http://goo.gl/HwqwWR
https://youtu.be/674VjajguGI

[siguienteyanterior]