SUPERLLAMARADAS – EVENTO CARRINGTÓN
La tormenta solar más potente registrada hasta ahora se produjo en 1859, pero nuestra estrella podría generar superllamaradas que causarían el fallo de las comunicaciones y apagones generalizados
En el año 1859 se produjo la tormenta solar más potente jamás registrada. Se bautizó con el nombre de evento Carrington porque fue el astrónomo inglés Richard Carrington el primero que la observó. Las primeras señales se detectaron el 28 de agosto, y fueron unas protentes auroras boreales que llegaron hasta el sur del Caribe. El 1 y el 2 de septiembre, como resultado de la llegada a la Tierra de las emisiones solares, fallaron los sistemas de telégrafo en Europa y América del Norte.
Según recogía el fenómeno el Diario de Menorca el 4 de septiembre: “Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales que, si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás, no dejaron de causar un efecto maravilloso”.
Aunque aquella fue el evento de este tipo más importante registrado hasta ahora, puede que el Sol tenga aún un enorme potencial por revelar, que podría causar llamaradas solares mucho más intensas que la que produjo en 1859. Eso al menos creen los científicos de la Universidad de Warwick, que han observado lo que llaman una superllamarada en la estrella KIC9655129 de patrones similares a los que se observan en las llamaradas emitidas por el Sol, pero mil veces
KIC9655129 es una estrella de nuestra galaxia a la que ya se le han observado superllamaradas en el pasado. Lo que los investigadores aportan ahora es la idea de que, puesto que sus superllamas y las llamas delSol comparten muchas similitudes, es probable que los procesos físicos por los que se forman sean también parecidos, lo que significaría que nuestra estrella sea igualmente capaz de producir esas superllamaradas.
Efectos sobre la tecnología y las comunicaciones
Si los investigadores británicos están en lo cierto, no solo sería un fenómeno de un enorme valor científico (y que causaría unas auroras boreales ciertamente nada diminutas), sino que podría tener graves repercusiones tecnológicas. Una llamarada solar media tiene la energía de una bomba de 100 millones de megatones, mientras que una superllamarada podría alcanzar el equivalente a mil millones de megatones, por lo que su impacto podría afectar seriamente al sistema de telecomunicaciones terrestre.
La clave del estudio, que se publica en la revista Astrophysical Journal Letters, está en las ondas y los pulsos que se detectan en el plasma que emite el Sol en esas llamaradas.
“Nuestro sistema solar está lleno de plasma, o gas ionizado, proveniente del Sol como resultado del viento solar y de erupciones violentas de la estrella, como las llamaradas solares. Para tener mejores pistas sobre si el Sol podría producir una superllamarada catastrófica necesitamos determinar si tanto las llamaradas como las superllamaradas se originan por los mismos procesos físicos”, explica Chloë Pugh, del Centro para la Fusión, el Espacio y la Astrofísica de la Universidad de Warwick.
Según explica Pugh, las llamaradas solares que habitualmente se observan consisten en una serie de pulsos regulares, que a menudo tienen forma de ondas con una amplitud que depende de las propiedades de la zona concreta del Sol en que se originan. El estudio de esas ondas se conoce como sismología coronal. “Hemos encontrado evidencias de ondas múltiples en superllamaradas, y las propiedades de esas ondas son consistentes con las que se generan en las llamaradas solares”.
Si las llamaradas y las superllamaradas comparten esta característica, quizá entonces el Sol sea capaz de producir las segundas igual que produce las primeras. Algo que podría tener consecuencias desastrosas: “nuestros GPS y los sistemas de comunicación por radio se verían severamente afectadas, y podría haber apagones a gran escala como resultado de la inyección de potentes corrientes energéticas en el sistema eléctrico”.
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