El tatuaje, un arte de autor
Violeta nació con un papel y un lápiz entre los dedos. Siempre quiso dibujar, casi desde que vino al mundo, un verano de 1989 en Ibiza. Estudió para ser diseñadora de moda y, durante un tiempo, dibujó figurines y se empapó de anatomía artística, un mundo repleto de cánones, proporciones, geometría, equilibrio y perspectiva.
Pero coser no era lo suyo, el mundo de la moda tampoco terminaba de convencerle y decidió reinventarse. “Me apasionaba el proceso de creación, cómo una idea se transforma luego en un vestido, pero la confección del mismo no se me daba bien. Tenía clara mi relación de imprescindibles a la hora de buscar un nuevo destino laboral: debía tener una vinculación con el dibujo, con las imágenes, con el proceso de creación y, al mismo tiempo, tenía que permitirme tener mis propios horarios. Hasta que lo encontré, seguí aceptando otros trabajos y dibujando. Un día, el novio de una compañera que tatuaba me dijo que quería uno de mis dibujos en su piel. Me explicó cómo hacerlo y se lo tatué“.
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Desde entonces hasta hoy Arús no ha parado de tatuar, siempre en blanco y negro. “Mis dibujos eran así, el color me chirriaba y yo quería plasmar mi forma de dibujar en el tatuaje. Empecé desarrollando mis propios diseños y se los ofrecí a mis amigos para enseñar al mundo lo que me gustaba hacer”, relata la tatuadora afincada en Madrid.
Arús es un ejemplo del tatuaje de autor que ha sido encumbrado por el boom de la tinta en España, con un estilo propio, diferenciado del tradicional (‘old school’) o del realismo extremo. “Mi trabajo es casi más dibujo que tatuaje, es suave y sencillo en las formas, delicado. No hace falta llegar a la perfección. Prefiero una imagen, un concepto, que tenga alma. Si es un cuerpo no necesito que la anatomía sea perfecta. Plasmar un pequeño fallo es tremendamente interesante para el ojo humano”, indica la tatuadora desde su estudio.
El trazo de Arús es fino y su aguja practica el puntillismo (‘dotwork’). Combina puntos de diferentes tamaños y tonalidades, siempre en blanco y negro, para construir su dibujo.
El tatuaje nace de una tarde de conversación entre la creadora y sus clientes. “Siempre me cito con ellos una vez antes del día del tatuaje. Ahí construimos el boceto, el dibujo que tatuaré en su piel el día de la cita definitiva.Es la parte que más me divierte de todo el proceso, la creación. Les escucho y les hago preguntas. Trato de saber en qué momento de su vida están, cómo se encuentran y qué quieren expresar en ese momento tan especial. Están dispuestos a hacerse una cicatriz a sí mismos y yo les ayudo a conseguirlo.Me encanta”, explica la tatuadora.Sus ojos se hacen grandes mientras ella pronuncia estas palabras y parece que quieren hablar, decir que sí, que dan fe de su pasión por la creación de la idea. Yo también puedo hacerlo. Mi pierna tiene el sello de Arús y es la nadadora que aparece en la portada de ZEN.
Sus dibujos tienden al minimalismo. “Me gustan las cosas que expresan mucho con muy poco, con la máxima sencillez”, relata Arús, que tiene sus límites. “He dicho que no a muchas personas, porque lo que querían no encajaba en mi estilo. Esas personas se creen que porque eres tatuador tienes que hacer de todo. Afortunadamente, ahora ya no me pasa tanto”, señala mientras me enseña uno de sus secretos más preciados, el archivador donde conserva todos los diseños que ha hecho para sus clientes, mi nadadora incluida.
“Nunca estarán en un museo, ni jamás llevan mi firma, porque el tatuaje pertenece a la persona que lo encarga, sólo a ella. Su piel es mi lienzo, pero es un lienzo caduco, finito. Mi trabajo se irá cuando se vaya esa persona, durará lo que dure ella. No necesito que se me recuerde eternamente porque he hecho una escultura que llegue hasta el cielo”, indica.
Internet y las redes sociales han disparado la popularidad de Arús, que tiene lista de espera de varios meses. Puedo constatar que así es. Pasaron varios meses desde que le mandé el primer correo electrónico hasta la cita para diseñar el boceto -con un viaje a Nepal por mi parte incluido- y también meses entre ésta y el día del tatuaje. Tanta vida transcurrida que, además de la nadadora, acabé pidiéndole una reproducción del Ama Dablam, mi montaña favorita del Himalaya.
Fuente: http://goo.gl/GosEpR